Mauricio Betancur: la dinamita más poderosa del mundo

Alguna vez, a un pequeño curioso por la mecánica se le ocurrió desarrollar artefactos militares que salvaran vidas. De eso hizo una empresa y ahora Tecnologías Marte es mundialmente reconocida. Esta es la historia de un emprendedor.

En 1991, Óscar Buitrago Rueda, teniente del Ejército Nacional de Colombia, pisó una mina antipersonal y perdió su pierna derecha.

El país vive una de las peores tragedias, pues se requieren 370 millones de dólares para desminar 52 kilómetros cuadrados, dispersos en 31 departamentos del país.

Hoy, 25 años después, aún persiste el dolor de Óscar y otras más de 11.400 víctimas por minas que han caído desde 1990 hasta el 2016, según cifras de la Dirección para la Acción Contra Minas.

Buitrago Rueda alguna vez se machacó un dedo y recuerda cómo el dolor le empezó a adormecer la mano. En 1991 pisó una mina antipersonal. Esta vez sintió el mismo calambre pero en todo el cuerpo y multiplicado a la enésima potencia. Su umbral del dolor se disminuía y las ramificaciones nerviosas le generaban unas picadas en el corazón.

Con 25 años de edad, era teniente y ese día emprendía un trabajo de campo entre los municipios de Rovira y Anzoátegui, en el departamento del Tolima. Se trasladó 358 kilómetros desde Tunja, su hogar, para llegar a esa zona a trabajar.

En la Clínica del Tolima estuvo muerto por 22 segundos, le hicieron desfibrilación. Sobrevivió, pero a partir de ese momento recorre el mundo sin su pierna derecha: comenzó a usar una prótesis de madera.

“Pero son maderas finas”, le decían los médicos ante sus lamentos durante cuatro años de rehabilitaciones y terapias psicológicas que intentaban superar un estrés postraumático de guerra.

Era una pata de palo la cual tenía que cargar todos los días en un transcurso de ocho años perdidos sin recibir apoyo especial del Estado, pues frente a un ejército débil, a los sobrevivientes no les ofrecían reconocimientos y tenían que esconder sus discapacidades para poder trabajar.

Y no solo es sentir ese rechazo laboral, hay también una discriminación social, pues cuando va a una piscina y se tiene que quitar su pierna delante de la gente, él se siente como si se estuviera desnudando enfrente de todos. No es únicamente Óscar, son las más de 11.400 víctimas a las que les falta alguna parte de su cuerpo.

Óscar ahora es pensionado por incapacidad absoluta y permanente. Sin embargo, se levanta cada día a trabajar en Bogotá con su prótesis, es el encargado del desminado en la Industria Militar de Colombia (Indumil) y, es a causa de su accidente, que se siente orgulloso de ser un héroe de la patria, a pesar de que nadie se lo reconozca.

“No ha sido fácil. Incluso las tecnologías no han sido suficientes, las prótesis son costosas y los procesos no son los adecuados. A mí no me han permitido ser funcionario público por mi discapacidad, me dicen que no estoy en igualdad de condiciones, cuando puedo hacer exactamente lo mismo que una persona normal”, dice Buitrago.

Si viviera en Estados Unidos, Buitrago gozaría de una pensión ocho veces mayor de la que posee actualmente. Él sueña tener de nuevo sus dos piernas, seguir batallando por su país, por la paz, por la democracia y por el “glorioso Ejército de Colombia”, pero reconoce que en su labor como contratista y sin una de sus extremidades, seguirá en la lucha, fuera o dentro de la organización.

Por eso también busca soporte en su familia, ellos son los que lo abrazan cuando el tormento del miembro fantasma aparece.

A causa de esto, él sabe cuando va a llover ya que le empieza a hormiguear el muñón, es decir, el pedazo de pierna que le queda, le dan unos corrientazos pequeños que a veces se intensifican. Eso es parte del dolor del órgano que a veces siente que está ahí, aunque le falta.

El ahora capitán retirado del Ejército sigue trabajando en campo, pero ahora llega por la carretera más segura. Algunas veces siente los mismos corrientazos cuando camina en el campo y lo estremece el fantasma del miedo, piensa que volverá a caer en una mina.

Las Minas Antipersonal son una tragedia para Colombia. Enterradas hasta un metro de profundidad, le apuntan a víctimas como campesinos, afrodescendientes e indígenas ubicados en las zonas rurales del territorio nacional. No hay excepciones de raza, religión, sexo, edad, combatiente o civil. Son la peor forma de violación a los Derechos Humanos y una infracción al Derecho Internacional Humanitario.

Desde el ámbito general, el desminado en el país comenzó aproximadamente en el año 2005 con la iniciación del Batallón de Ingenieros de Desminado Humanitario en el Ejército, pero en fechas previas, se inició la Acción Integral Contra Minas en Colombia, en 1997, a través de la firma del Tratado de Ottawa.

El objetivo fundamental del Tratado de Ottawa es obligar a los países a generar estrategias para desarrollar asistencia de víctimas, estrategias para la educación en el riesgo de minas antipersonal y el desminado en general, y recolectar la información a través de un sistema con estadísticas.

En 2001, la Ley 759 se crea y ratifica al país como Estado Parte. Colombia entra a formar parte de este tratado, donde lo que se buscaba era prohibir el almacenaje, la transferencia, el transporte y la utilización de minas antipersonal en el país.

Nace así el Observatorio de Minas Antipersonal en 2002, un programa de la Vicepresidencia de la república, y posterior a esto, fue evolucionando el tema del desminado en Colombia.

En el 2005, a través de la creación del Batallón de Desminado, se crea la instancia interinstitucional y la comisión intersectorial de organizaciones e instituciones que hacen Parte, para que se desarrollen esas estrategias y que se pueda, cada diez años, entregar informes completos sobre la evolución del desminado y las víctimas del mismo.

En el 2001 se creó como Estado Parte, en el 2011 se solicita el informe de la evolución.

En el siguiente mapa, seleccione la fecha, el departamento o municipio deseado para averiguar la cantidad de víctimas por minas en el país.

En una situación tan adversa como la colombiana, es posible encontrar soluciones a los distintos desafíos que plantea la erradicación y el desminado, y ayudar a afrontar las secuelas de la acción de las minas en los cuerpos de las víctimas.

Antioquia encabeza la lista de los departamentos con más víctimas del país. En solo esta zona se han registrado más de 2.600 víctimas por mina, entre 1990 y 2016.

Aún así, cada región posee una complejidad geográfica, los accesos son difíciles y la disponibilidad de los recursos casi nunca es suficiente para llegar a los sitios que sufren el rigor de la violencia.

En su manifestación más cobarde y silenciosa, según Jody Williams, ganadora del Premio Nobel de Paz en 1997 con la Campaña Internacional Contra Minas:

“La mina antipersonal es un combatiente silencioso y paciente, que no come ni duerme nunca”.

De ahí se presentan algunos inconvenientes adicionales que hacen aún más complejo el proceso del desminado en el país, como lo son los diseños de las minas no convencionales.

En el resto del mundo, los explosivos son convencionales, no superan (en su gran mayoría) los 170 gramos de explosivo.

En Colombia los artefactos son improvisados, hay minas antipersonal no convencionales, restos explosivos de guerra (REG) y municiones sin estallar (MUSE) que son fabricadas artesanalmente, entre botellas de gaseosa o tarros de jabón.

Muchas de ellas superan los 300 gramos de explosivos, lo que las hace extremadamente peligrosas y difíciles de detectar para erradicar.

A esas circunstancias se suma el conflicto armado latente: más de 50 años de guerra con 6 millones de víctimas, grupos armados al margen de la ley que continúan sepultando minas y convirtiendo al país en una bomba oculta.

De ahí la tremenda importancia que se debe dar a todas las estrategias que conllevan a las labores de desminado y a la utilización de recursos, que hacen más llevadera la vida a aquellos que han tenido el infortunio de toparse con un enemigo tan desigual en su agresividad.

Poder trabajar de la mano con otras empresas que desarrollen ciencia y tecnología militar y apostarle a los grupos de investigación de las universidades, podría ser una solución ante las particularidades que tiene Colombia con su territorio minado.

Indumil es la Industria Militar de Colombia, un órgano encargado de facilitarle la tranquilidad a los colombianos por medio de sus proyectos y estrategias.

En Colombia, las oportunidades de negocio que pueden surgir a partir de la guerra son miles, pero pocos las ven. Para reducir la incidencia del conflicto en las personas, Mauricio Betancur crea productos que salvan vidas.

Mauricio Betancur construyó su primer robot en 2001 creyendo que con él se haría millonario.

Estaba realizando la tesis del pregrado en Ingeniería Mecánica en la Universidad Eafit, pero de lo que se daría cuenta tiempo después, es que su creación de la garra antiexplosivos no serviría para nada.

Javier Mauricio Betancur Muñoz nació en Rionegro, Antioquia, y tiene treinta y cinco años. Viste ropa militar y se le ve siempre con su cabeza rapada. “Mantengo en secreto el ‘Javier’”, dice entre risas. Betancur desde que tenía seis años se ha interesado por construir y modificar objetos de su casa.

Vivía con sus abuelos maternos y siempre fue el consentido de su abuelo, quien trabajó toda la vida en joyería y en desarrollo de moldes de fundición.

Mauricio era el único de todos los hijos y nietos al que le permitían subir al tercer piso y jugar en el taller de metalmecánica.

“En mi casa me tenían prohibido los juguetes bélicos, pues mi mamá decía que yo era muy propenso a la violencia porque siempre sentía curiosidad con el tema. Fue bueno que me lo hubieran prohibido porque me nació la curiosidad y me obligaron a hacerlo”.

Su madre le financiaba diferentes cursos para que él “no se matara”. Participó en uno de electricidad. Sus compañeros tenían de treinta a cuarenta años, mientras que él solo diez.

Pasó por siete colegios del Oriente antioqueño. Era un joven inteligente pero tenía problemas con los profesores, “no les tragaba el cuentico entero”.

Un día, cuando cursaba el bachillerato, cuenta que lo obligaron a escribir un poema. Él, declarado enemigo de la poesía, escribió sobre la profesora que le impuso el trabajo y el eje del poema era la diarrea.

“El poema quedó muy bien hecho, pero la profesora quedó molesta y me puso problemas con la Secretaría de Educación. Yo llamé a un tío que tenía un cargo público y le dije: ‘yo pienso demandar a esta vieja porque no siguió el conducto regular, está irrespetando derechos constitucionales’. Él me dijo ‘hágale, si es el caso yo le monto un abogado mío’. Finalmente terminó con una sanción para ella”.

Betancur finalmente decidió validar el bachillerato y, gracias a su buen puntaje en las pruebas Icfes, ingresó de 15 años, en 1998, a estudiar Ingeniería Mecánica: lo que le apasionaba.

En la universidad no tuvo tantos problemas con los profesores, aunque seguía en desacuerdo con el método magistral que varios de ellos empleaban. En los primeros tres semestres perdió algunas materias hasta que decidió, en el cuarto, que la forma adecuada de aprendizaje era autónomo, repasaba algunos libros de teoría en los laboratorios de la universidad.

Cada día se enredaba más con en el tema y consiguió una pasantía en la Campaña Colombiana Contra Minas, que tiempo después se convertiría en su práctica profesional. Las cosas se le facilitaban, pues la guerra pareciera ser un mar de oportunidades para él.

Llegaron los recursos, provenientes de la embajada de Dinamarca, para que realizara un estudio de viabilidad del uso de maquinaria para desminar en Colombia.

“Con las condiciones morfológicas de Colombia nos dimos cuenta que no era posible utilizar unos robots barreminas grandes. Aproveché esos recursos y diseñamos un nuevo barreminas, que fue mi tesis de pregrado, apto para meterlo en el terreno colombiano”.

Su maquinaria llegó a pesar una tonelada. Pero las condiciones geológicas que se presentan en el país son muy similares a las de Vietnam, donde hay alta vegetación y terrenos resbaladizos.

El estudio de Betancur fue tan exitoso que, con él, llegó a determinar, por medio del teorema de Boussinesq, cómo es la transferencia del vehículo en el terreno y la forma de soportarlo en pendientes inclinadas.

Después de graduarse de la universidad, en el 2004, empezó a buscar contactos y cuanta entidad conocía para intentar no dejar morir su creación del barreminas. En ese momento, Mauricio era emprendedor sin saber que quería montar empresa.

Tecnologías Marte nació desde ese entonces, cuando solo un robot barreminas le daba reconocimiento a Betancur Muñoz como el nuevo emprendedor.

Se acercó a la Universidad Eafit, pero esta vez no para estudiar, sino para llevar sus ideas a un nuevo nivel y convertir a Tecnologías Marte en una de las primeras spin off de la academia.

Robótica, defensa electrónica y blindajes, son los temas que unen a estas dos entidades. La spin off creó el Activador de minas, un proyecto que cuenta con una patente especialmente concedida. Tecnologías Marte, Eafit y las Fuerzas Armadas de Colombia son los copartícipes de la patente.

Otros productos también han recibido reconocimientos, como el Inhibidor Inteligente, cuyo desarrollo y tecnología son parte de un secreto militar.

Con él, obtuvo el Premio Nacional de Ingeniería en 2013, junto a Eafit, el Ejército Nacional y la Escuela de Ingenieros Militares.

Hasta ese momento era el único de su especie en el mundo. Hoy solo tres empresas lo producen, entre las que se incluye la spin off. Las otras dos son de las mayores industrias de defensa del mundo.

El robot barreminas no es su única creación. Plantillas antiexplosivas, varillas de sondeos en titanio, bases de protección para los helicópteros y diferentes trajes, también hacen parte de su colección militar que alcanza 1.700 millones de pesos en ventas.

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La calidad de los desarrollos de Tecnologías Marte han partido de la experimentación constante, de la búsqueda de las respuestas de las incógnitas y del encuentro de soluciones.

Es a través de la perseverancia y la confianza en un sueño, lo que ha hecho que Tecnologías Marte tenga resultados tan eficaces ante la tragedia que significa ser víctima de un artefacto antipersonal.

Gracias a la perseverancia y al esfuerzo que Mauricio Betancur le pone a su empresa, se puede considerar hoy como un ejemplo para mucho más que siguen su camino.

Pasa el mouse sobre la foto y presiona los círculos para escuchar los consejos que Mauricio Betancur tiene para los nuevos emprendedores.

Óscar Buitrago Rueda, víctima y amigo de Mauricio Betancur, piensa que Colombia debería tener más jóvenes como él, que le apuesten a un mejor futuro y colaboren con las problemáticas del conflicto armado.

Estas son algunas de las conferencias y charlas que el joven emprendedor ha realizado:

Este reportaje fue realizado por Carolina Franco Villegas y Pablo Orozco, estudiantes de último semestre del pregrado en Comunicación Social de la Universidad Eafit.

Fuentes:

-Mauricio Betancur Muñoz, fundador de Tecnologías Marte.

-Óscar Buitrago Rueda, capitán (r) del Ejército Nacional.

Mauricio Betancur: la dinamita más poderosa del mundo
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